29 de agosto de 2010

Palabras terminadas en "J"

Hola ciber-gente!!
Hace tiempo ya, escribí una entrada sobre el significado de unas palabras y su curioso origen. Las curiosidades de las palabras me fascinan. Y hace poco pude leer algo curioso en distintos blogs: ¿Sabéis cuantas palabras existen en español que acaben en "j"?

Son las siguientes: boj, carcaj y reloj ¡Solo tres! Ante este dato Camilo José Cela (escritor) decía que no eran 3 solamente, que el conocía como unas 15. A lo que empezó soltar un montón de palabras bastante curiosas, pero eran todas arcaicas. Carlos Núñez Cortés (componente de Les Luthiers y amante de las palabras y sus juegos) le resultó muy curiosa un ejemplo de ellas, pedicoj. Pedicoj hace referencia a la acción de saltar a la pata coja (pedi-podo-pie y coj-cojo). Todas esas palabras se encuentran en el diccionario de Maria Moliner.

La verdad es que según los académicos de la lengua solo son propias del español actual 3. El resto son palabras en desuso, abreviaturas o que provienen de otras lenguas. Ahora la definición de cada una, ya que existen ¡usémoslas!

BOJ: 1. Arbusto de la familia de las Buxáceas, de unos cuatro metros de altura, con tallos derechos, muy ramosos, hojas persistentes, opuestas, elípticas, duras y lustrosas, flores pequeñas, blanquecinas, de mal olor, en hacecillos axilares, y madera amarilla, sumamente dura y compacta, muy apreciada para el grabado, obras de tornería y otros usos. La planta se emplea como adorno en los jardines.
2. Madera de este arbusto.
3. Bolo de madera con un remate a modo de oreja, sobre el cual se cosen los pedazos de cordobán de que se hace el zapato.

CARCAJ: 1. Aljaba. Caja portátil para flechas, ancha y abierta por arriba, estrecha por abajo y pendiente de una cuerda o correa con que se colgaba del hombro izquierdo a la cadera derecha.
2. Especie de cuja pendiente de un tahalí, en que se mete el extremo del palo de la cruz cuando se lleva esta en procesión.
3. Funda de cuero para el rifle.

RELOJ: 1. Instrumento mecánico que sirve para medir el tiempo.
Hay relojes de agua, llamados con la hermosisima voz clepsidra; hay relojes de arena, en dos ampollas, y la arena pasa de un lugar a otro; hay relojes de reflexión, por reflejo de un rayo de sol, y relojes de sol, y relojes de sol donde la aguja en una sombra; y entre estos últimos está el reloj equinoccial y el horizontal; hay relojes lunares, con la sombra de Selene; hay relojes polares; y relójes portátiles, verticales con declinación y sin declinación; relojes analógicos y relojes digitales, y relojes atómicos; hay relojes de pulsera, relojes de cadena, relojes carillones y relojes de iglesia. Relojes hay que marcan año, mes, día, hora, minuto, segundo y décimas de segundo. Los latinos llamaban al reloj con el nombre de horologium. Ya la voz latina era una copia de horologion griego, donde hora significaba tiempo y legein, leer, contar. De tal manera que el horologium era el ingenio que contaba el tiempo: un reloj. Los latinos se referían con este vocablo a los relojes de agua, de arena o sol, porque, que se sepa, aún no conocian el instrumento compuesto de ruedecillas giratorias de los relojes modernos. La primera documentación de relox en castellano no es anterior al s. XV, aunque sí se cuentan numerosas variantes. En Cataluña, los antiguos comerciantes y caballeros catalanes decían arolotge, alalotja y relonge, todos obstenidos de la corrupción de horologium. La forma definitiva catalana fue relotge, que pasó al castellano como reloje. El plural relojes hizo pensar a los hablantes que el singular era reloj, y no reloje, de modo que, siguiendo la tradición gráfica, se escribió relox y después, reloj. (J. Calles Vales)

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